El dedo de Gutei indicando al Uno


El maestro zen Gutei solía levantar su dedo cuando explicaba cuestiones relativas al zen. Un discípulo muy joven comenzó a imitarlo, y cuando alguien le preguntaba de qué había hablado su maestro, el muchacho levantaba el dedo.

Gutei se enteró de lo que estaba ocurriendo y un día, en el momento en que lo estaba haciendo, tomó al muchacho, sacó un cuchillo, le cortó el dedo y lo tiró lejos. Cuando el chico salió corriendo, Gutei le gritó: «¡Alto!» El muchacho se detuvo, se dio la vuelta y vio a su maestro a través de las lágrimas.
Gutei tenía el dedo levantado. El muchacho fue a levantar su dedo y cuando se dio cuenta de que no estaba, hizo una reverencia. En ese momento se iluminó.


Comentario Osho: Ésta es una historia muy extraña y hay muchas posibilidades de que la malinterpretes, porque lo más difícil de comprender en la vida es el comportamiento de una persona iluminada.

Los Maestros nunca hacen nada superfluo, ni siquiera levantar un dedo... Gutei no tenía el dedo levantado siempre, sólo cuando explicaba cosas del zen. ¿Por qué? Todos vuestros problemas surgen de que estáis fragmentados, desunidos; sois un caos, no una armonía. ¿Y qué es la meditación? Tan solo una vuelta a la unidad. 

Las explicaciones de Gutei eran secundarias; lo principal era el dedo levantado. Estaba diciendo: —¡Sed uno y vuestros problemas se resolverán! El muchacho comenzó a imitarle. 

Ahora bien, la imitación no te lleva a ninguna parte. Imitación significa que el ideal viene de fuera, no es algo que ocurra dentro de ti. Tienes una semilla dentro de ti; si imitas a otros, esa semilla seguirá muerta. 

Gutei debe haber sido muy, muy compasivo. Sólo pudo ser tan duro por compasión: la imitación tiene que ser cortada de raíz. El dedo sólo es simbólico. El muchacho tiene que recibir un gran susto y el sufrimiento tiene que llegar hasta el centro mismo de su ser. Un momento de intensa conciencia, una gran herramienta...

Gutei gritó: «¡Alto!» En el momento en que se paró, el muchacho ya no sentía dolor. A causa de su viejo hábito, cuando el maestro eleva su dedo, el muchacho trata de elevar el suyo, que ya no está allí. Y por primera vez en su vida se da cuenta que no es el cuerpo; es atención, conciencia. Es un alma, y el cuerpo sólo es una casa. 

Eres la luz que habita en el interior; no la lámpara, sino la llama.

Comentarios

  1. Je, había oído hablar de la radicalidad de los maestros zen (imagino que antiguos) en su intento de erradicar la ignorancia. Este ejemplo creo que no se me olvidará.
    Está claro que una de las formas de "despertar" es un choque abrupto, el sufrimiento siempre suele estar presente en las vidas arquetípicas de los avatares y grandes maestros, y la experiencia muestra que suele ser una buena llamada para volver a casa.
    Me ha venido a la mente el dedo de Harding señalando a desde donde se ve, definitivamente prefiero ese método:)
    Un abrazo compañero!

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  2. Jeje!.

    El maestro zen Gutei era "muy compasivo", porque hizo despertar al discípulo cortándole ese dedo... pero... ¿y si no le hubiera hecho despertar?... jejeje!!.

    Creo que la historia es muy válida para no imitar experiencias (cada instrumento tiene su afinación y melodía, aunque todos formen parte de la "gran orquesta") y para desidentificarnos del cuerpo (solamente es la lámpara. La llama somos nosotros).

    Un abrazo cósmico, José Manuel!.

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  3. jeje yo también prefiero el dedo de Harding. ¿yo? uff ni caso ... Es verdad imitar conductas no te conduce a nada sólo a solidificar más la máscara.
    Un abrazo y gracias por recordárnoslo!

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  4. Muy buena historieta zen, ja.ja.ja...
    Aunque Osho tienes comentarios mucho más elevados que este. Debe ser del libro: parbulario zen

    un saludo Gorka y gracias por bajarlo

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  5. Gracias por tu comentario amiga (z)!.

    Pienso como tú, imitar conductas aumenta el ego!.

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  6. Gracias a ti Santosham!.

    Jejeje!. Osho, creo que tiene cosas buenas y cosas no tan buenas... pero creo que estas historias zen dan un punto de vista distinto sobre los mismos temas de siempre. No quiero tener prejuicios...

    Un abrazo!.

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  7. la imitación no permite que se manifieste la esencia

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  8. gorka, no hay nada como valerse del interior, es el verdadero Maestro el siempre presente. Recibe un abrazo y gracias por este cuento.

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  9. Así lo creo también, amiga del Alma!.

    Un abrazo!.

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  10. La Presencia siempre está ahí presente, para contemplarla y dejarnos llevar por ella...

    Un abrazo Queo!.

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